La humanidad, cada día, se ve sujeta a nuevas formas o estilos de vida, que cree, la llevarán hacia la felicidad plena. Sin embargo, en el dinero, el poder, la riqueza, la fama, el placer y en el éxito, se esconden falsas ilusiones que nos agobian tanto, que olvidamos lo que tiene verdaderamente valor. La vida que tenemos, creemos que es nuestra, que somos dueños de ella, pero ¿quién es el autor de ésta? Dios mismo, es quién la da, de una forma gratuita, sabiendo que no pertenecemos a este mundo sino que somos pasajeros con destino a la salvación.
Nuestras actitudes, formas de ser,
el trato con los demás, los valores y sobre todo el ejemplo, día a día reflejan,
como un espejo, todo lo que somos. Las buenas relaciones o conflictos de cada
uno deben ser parte de una vida auténtica, saber con quién estamos compartiendo
nuestra amistad, a quién estamos entregando lo más profundo de nosotros sin
apariencias, sin engaños o hipocresía, sin destruir, nos harían más felices, viviendo sin presión
de ser alguien más o creyéndonos superiores a otros.
Vivamos con autenticidad y claridad,
seamos libres para poder amar al hermano y a la vida. No hay que morirse para valorar la vida, no solo existamos, vivamos; basta de esconderse en pretextos. Atrévete,
experimenta, equivócate, pero elige y vive, si no llegará el momento en que
termines tus días sin haber vivido la vida.
Luis Héctor Carrillo Alameda
2° BACHILLERATO
SOCIEDAD PERIODÍSTICA
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